Ailén Bechara: "Tomaba pastillas para adelgazar que me llevaron a la depresión"

  • hace 7 años
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"Mi peor enemigo es el espejo", confiesa por primera vez la actriz en esta charla íntima con Teleshow, donde revela que sufrió trastornos alimentarios desde la adolescencia que se potenciaron con su ingreso al medio. Además, cuenta el gran momento personal que vive, la búsqueda de un bebé y los proyectos de casamiento.

A los 17 años llegó a Buenos Aires tras dejar su Darregueira natal, un pueblo bonaerense de 5.500 habitantes que limita con La Pampa, llena de sueños e ilusiones que se cumplieron. Alcanzó la fama como azafata en el programa de Guido Kaczka A todo o nada, pero la explosión mediática le llegó de la mano de ShowMatch, en 2015.

"La vida me sorprendió para bien y me ha dado más de lo que soñé. Estoy eternamente agradecida a Dios, siempre", dice Ailén Bechara, feliz porque el recorrido realizado superó sus propias expectativas. Y va por más. Hoy las ilusiones pasan por el proyecto familiar que comparte con Agustín Jiménez, su novio desde hace 11 meses, con quien ya convive. "Me quiero casar, quiero tener hijos. Nunca me había pasado con ningún hombre sentir eso".

 
Junto a Agustín Jiménez, su pareja desde hace 11 meses: quieren ser padres
Junto a Agustín Jiménez, su pareja desde hace 11 meses: quieren ser padres

—¿Y él está de acuerdo?

—Sí. Eso está buenísimo, es súper correspondido: los dos queremos, y queremos cuando venga. No es que estamos diciendo "de acá a dos años".  Si ahora viene un bebé, vamos a ser felices. Y lo loco es que eso nunca me había pasado.

—¿Te dejaste de cuidar? ¿Están buscando activamente?

—Sí, totalmente.

—¡Qué bueno, felicitaciones!

—Sí, estoy contenta. Nunca había tenido ganas de ser mamá. De hecho, pensé que iba a ser siempre soltera y que nunca iba a tener un hijopero me pegó el amor. Me encanta la familia de él, que es lo más importante.

— ¿Y cómo te imaginás mamá?

—¡Una divina total! Ciento por ciento pendiente del chico. Así vivo con mi casa, me considero buena ama de casa: lo cuido a él, cocino, limpio. Siento que con un chico voy a poder. Con más también, pero con uno por ahora.

—¿Y no necesitás casarte antes?

—En realidad, le insisto a mi novio todo el tiempo con "¡Casémonos!", pero no tengo ni un anillo todavía. No sé qué se va a dar primero, pero bueno, quiero todo. En realidad, Agustín quiere que el chico sea un poco grandecito para cuando nos casemos.

—Te veo feliz, estás radiante.

—Sí, la verdad es que me hizo bien el amor, me pegó bien.

—¿Están haciendo los deberes?

—Sí, obvio.

—¿Cantidad de veces por semana?

—Casi todos los días. Te digo que si hay algún día que no lo hacemos, es porque yo no doy más (risas). Pero sí, la verdad es que casi todos los días.

 
Pese a ser una de las mujeres más lindas de la Argentina, Ailén Bechara no tiene un buen vínculo con el espejo
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—¿Él es celoso?

—Es celoso. Yo soy más igual, eh.

—¿Vale revisar celulares?

—No, no vale. Entendí que es enfermarte la cabeza. Tengo amigas que revisan celulares y les digo: "Loca, estás buscando el cuerno, te estás queriendo enfermar la cabeza. Si te va a cagar, te va a cagar y no te vas a enterar. Así que disfrutá la vida e invertí tu tiempo en vos".

—Estás súper enamorada y tenés ganas de formar una familia. ¿Cómo te llevás con pensar que si todo sale bien es el último hombre con el que vas a estar?

—Nunca lo pensé, pero es reinventarse todo el tiempo. Por suerte, él viaja mucho: ahora se va y un mes no lo veo. Está buenísimo porque te extrañás. Yo también viajo mucho por trabajo, entonces no es que tenemos una rutina de todos los días hacer lo mismo. Es eso, reinventarse.

—Y ese mes, ¿qué hacés?

—Hacemos Facetime, chateamos, nos miramos.

—¿Vale el chat subido de tono?

—Sí, obvio. Es mi pareja.

 
La actriz está más enamorada que nunca
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—¿Puede aparecer el video hot de Ailén?

—No, jamás. Jamás va a aparecer nada, jamás.

—¿Porque confiás en que lo borra o porque jamás mandaste un video?

—Porque nunca mandé nada que se me viera la cabeza. Y en mi novio confío ciegamente, como él en mí, obvio.

—¿Qué puntaje te ponés como amante?

—Diez.

—Eso no deja margen para mejorar nada…

—Siempre se puede mejorar. Entonces un nueve, para seguir mejorando. Si te entendés con tu pareja y tenés buena química y piel…

—Y como novia, ¿qué puntaje te ponés?

—También un diez. Agustín está sacando la mejor versión de mí.

—Te cambio de tema. ¿Qué es lo mejor y lo peor de participar en "Showmatch"?

—Lo mejor, la gente que trabaja ahí: yo voy y me siento totalmente en mi casa. Te sentís espléndida, entrás a la casa de la gente. A mí el "Bailando" me dio todo. Lo que tiene de malo tal vez es la exposición, que no todos se la bancan. Yo en su momento me la banqué mucho, firme, lloraba en mi casa después cuando pasaba algo que no me gustaba. Hoy en día no sé si estoy tan preparada para un "Bailando", porque estoy bien con mi pareja, y quiero cuidar lo mío.

—¿Demanda cierta cuota de escándalo?

—Sí, obvio. Fui y mirá el quilombo que se me armó (risas). Estar en "Showmatch" implica que te pregunten cosas o que te hagan cruzarte con gente que, tal vez, en tu vida normal no te cruzás.

—¿Los límites cuáles son? ¿A qué le decís que no?

—Soy muy de pueblo, en verdad… Si salgo, me vas a ver tomar alcohol. No emborracharme, tomar tranquila pero tomar. Me gusta divertirme. He estado en mesas donde había droga y yo, nada. Está en cada uno. La ciudad también me hizo dar cuenta de que uno se puede rodear de lo que desea y depende de uno.

 
La explosión mediática vino de la mano de “Showmatch”, hoy prefiere menos exposición para preservarse
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—¿Te quisieron seducir mujeres?

—Sí.

—¿Cómo lo viviste?

—Siempre me reí, no lo tomé en serio. No me puedo enojar porque una chica se me está tirando. ¿Qué tiene de malo?

—¿Volvés al pueblo?

—Tengo que volver al pueblo, sí. Volví ahora, la última vez fui con Agustín para presentarle a toda mi familia. Y ahora vuelvo para visitar a todos.

 

—¿Cómo está el vínculo con tu papá? ¿Recuperaron la relación?

—Sí. De hecho lo estoy bancando más que nunca porque está muy enfermo y se tuvo que venir a hacer unos estudios acá. Y yo, bancándolo a morir.

—¿Y cómo estás vos con eso?

—La llevo como puedo.

—¿Te la creíste en algún momento?

—No, de hecho tengo la autoestima demasiado baja.

—¿Por qué?

—Porque soy así, porque toda mi vida fui así. Soy muy insegura con mi cuerpo, mi peor enemigo es el espejo. Si hay que vivir a malla enteriza toda la vida… (risas), tapada soy feliz.

—Sin embargo tenés una carrera que requiere de mucha exposición.

—Sí, bueno, pero también requiere de mucho sacrificio en mi casa y del otro lado, lo que no sale en televisión.

 
Alegre, profunda y sincera, Ailén Bechara habló de todo con Teleshow
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—¿Pero te cuesta cuando en "Showmatch" estás ajustada?

—Sí. De hecho, ahora, cuando fui a "Showmatch", hice una dieta estricta. No soy una flacucha. Siempre tuve complejos. Estuve bastante complicada con el tema de la comida.

—¿Tuviste problemas con la comida?

—Sí. De chiquitita, muchos. Pasé por todas las cosas: no comía y pesaba 48 kilos, o me comía todo.

—Oscilabas entre la anorexia y la bulimia.

—No, bulímica nunca fui, pero fui de tener problemas alimenticios, sí.

—¿Y cómo lo resolviste?

—Con psicólogo.

—¿De qué edad estamos hablando?

—Mi mamá me llevó por primera vez a los 13, hasta que egresé y me vine acá y me busqué a otra para seguir yendo.

—¿Y el tema con la comida está resuelto?

—No. Estoy tratando de aceptarme a mí frente al espejo. Hoy tengo 27 años, me siento bien plantada y puedo decir que me miro al espejo y digo: "Loca, es lo que hay, ya está".

—Llevó un tiempo y un trabajo poder amigarte con vos en ese sentido.

—Sí. Igual por momentos no me amigo mucho.

—¿Comés?

—Sí. Trato de comer sano. Pero pasé por un millón de nutricionistas, por un montón de tratamientos, por un montón de mentiras, por un montón de todo. Por médicos truchos que te prometen adelgazar con la píldora mágica. He gastado mucha plata.

—¿Tomaste pastillas para adelgazar?

—Sí.

—Tu mamá se debe haber asustado en algún momento.

—Me acuerdo que tomé unas que no sabía lo que tenían pero calmaban la ansiedad, y al segundo mes me aumentaron la dosis y quedé tirada en una cama. Yo trabajaba con Guido y no podía salir de la cama porque me agarraba depresión. Lloraba, lloraba y lloraba, y la llamaba a mi mamá y me acuerdo que mi vieja, preocupadísima en Darregueira, llamaba a la producción de Guido y les decía que me dolía la panza, que me dolía la cabeza. Siempre una excusa pero era eso, que me estaba matando. Obviamente me di cuenta, tiré todo al tacho de basura y nunca más.

—¿Qué tenían las pastillas?

—Anfetaminas.

—¿Y cómo hiciste para dejarlas?

—Las dejé de un día para el otro, enloquecí y me dije: "Es esto que me está matando", y las tiré. No me olvido más. Este médico después, de hecho, lo busqué en Google y había sido denunciado en un noticiero. He pasado por un montón de cosas, es algo que ha traumado mi vida. Hoy ya está, me acepto como soy, no me queda otra.

 

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