• hace 6 años
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Un laboratorio musical inspirado en el científico Nikola Tesla: la bobina electromagnética en el centro, dos pantallas la parte posterior, y sus músicos recubiertos con los guardapolvos blancos. Esa fue la propuesta escénica de “La Torre de Tesla” para el regreso sorpresivo de Charly García en el Teatro Coliseo, show que se agotó en menos de media hora.

Charly apareció a las 20.43 hs. sentado en un gran sillón chesterfield de cuero negro a la izquierda del escenario, rodeado de sus cuatro órganos y teclados, y su sombrero característico le dieron inicio al concierto más importante del 2018 con los acordes de Instituciones, siguió con Cerca de la revolución que provocó la primera euforia de la noche que esperaron durante todo el día sentados en la vereda de Marcelo T. de Alvear.

Tras poner sus dedos en V, Charly García habló: “Lo tiene él, lo tengo yo”, y apoyó sus dedos en los teclados para sacar La máquina de ser feliz, de su último álbum Random, que presentó una sola vez el año pasado, en otro show sorpresivo, en Caras y Caretas.

Sus científicos musicales Kiug Hayashida Soiza (Guitarra), Toño Silva (batería), Carlos González Vásquez (bajo) y Zorrito von Quintiero, como un alfil, moviendo sus dedos en los teclados para acompañar las bases de teclas, estuvieron ajustados y encendidos durante todo el show. Rosario Ortega brilló con solvencia vocal y una presencia escénica como pocas veces se la vió al lado de Charly.

El repertorio elegido tuvo visitas por su álbum Kill Gill con King Kong (“a esta canción se la hice a una chica, se la llevó un gorila, bueno, no importa”) mientras en la pantalla pasaban algunos fotogramas del film original, y la segunda descarga eléctrica ya entrando en los clásicos fue con Rezo por vos, donde la voz de Charly apareció con su inconfundible timbre, ese color tan particular del músico, y la pantalla mostraba curas y monjas totalmente desnudas.

El climax llegó con Yendo de la cama living sin antes encender un cigarrillo y dedicárselo al padre de la energía eléctrica y libre. Charly aprovechó el momento para lanzar In the city that never sleeps, su nuevo invento sonoro que el auditorio celebró con devoción. Subieron los decibeles con Me siento mucho mejor y bajó el telón con otro hit de su cráneo, Demoliendo hoteles a menos de una hora de show. Y apagó la bobina solo por diez minutos.

Charly García retornó a las 21.50 para comenzar un cierre a lo grande: Dinosaurios, No Importa, Rock and Roll y yo, Fanky y bajó la llave térmica de sus creaciones lumínicas con Pecado Mortal. Abajo, el público, quedó en shock electromagnético por un show urgente comandado por un genio, como lo era Tesla.

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