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El bandoneonista Néstor Marconi, figura central del universo del tango de varias décadas, festeja este sábado con un concierto al frente de su quinteto en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner 60 años de trayectoria.

Intérprete elegante, destacado y virtuoso, compositor, arreglador y director de orquesta, Marconi tiene también la particularidad de ser uno de los últimos nexos entre la época de oro del tango de las orquestas del 50, habiendo tocado con muchos de sus mayores exponentes, y las nuevas generaciones que se fueron acercando a la música porteña desde la década del 90 a esta parte.

En este sentido fue crucial su trabajo al frente de la Orquesta Escuela Emilio Balcarce, con la que junto a otros músicos de su generación puso a disposición de los jóvenes todo el saber de la herencia del tango, y también de la Juan de Dios Filiberto de Música Argentina y de la Orquesta de Tango de Buenos Aires.

En 1962 y con 20 años, el músico nacido en Álvarez, cercanías de la ciudad de Rosario, que primero se dedicó al piano y a los 11 años tomó el bandoneón, se sumó a la orquesta de José Basso, de paso por la ciudad santafesina, arrancando un periplo lleno de hallazgos y que lo llevó a tocar, estar y compartir, con algunos de los más grandes de la música porteña: Aníbal Troilo, Ástor Piazzolla, Enrique Mario Francini, Armando Pontier, Héctor y Atilio Stampone, Pedro Laurenz, Leopoldo Federico, Osvaldo Tarantino, el Polaco Goyeneche, Floreal Ruiz, entre muchos.

"Estuve con los grandes de aquella época, arranqué con la orquesta de Basso, en el 73 empecé como solista con el Vanguartrío, que era una propuesta casi explosiva, me ubiqué haciendo el enlace entre generaciones conmigo mismo, siempre tratando de aprender, escuchando y mirando a todos", cuenta a modo de repaso rápido y dando respuesta a esa función de polea de transmisión de una herencia gigante que le tocó jugar en el tango.

"Jamás negué nada, de D'Arienzo a Piazzolla, si se quiere, porque eso es lo que les digo a los jóvenes talentosos: que escuchen todo porque en el tango como en la música clásica, salvando las distancias, tenés que conocer a Vivaldi para llegar a Stravisnski, pasando por Mozart y Beethoven, tenés que conocer todo y después, claro, hacer tu camino", agrega en palabras que sostiene con su propia trayectoria y composiciones que se sostienen en la herencia y también proponen nuevas sonoridades.

"Para mí Piazzolla abrió un gran camino que hubo que seguir transitándolo sin repetirlo; es algo que les digo a los jóvenes, que tienen que empaparse de lo que hizo Ástor, Troilo, Federico y después buscarse a uno mismo, porque ellos dejaron un camino para seguir transitando", destaca el músico que además de tangos compuso suites y obras orquestales y tocó con destacadísimas agrupaciones clásicas como las orquestas del Colón, Gotemburgo, Oslo, Toulouse, Vancouver, Montreal, entre otras.

"Para mí todo fue importante: tocar, escribir, componer, orquestar, enseñar, lo sigo haciendo y lo seguiré haciendo mientras pueda", asegura en un sucinto recorrido de 60 años.

Hablando sobre el bandoneón, un instrumento forjado en tradiciones distintas pero que se encontró a sí mismo en Buenos Aires, Marconi señala que "acá es donde se le terminó de dar forma y técnica musical al instrumento".

"Es como adoptar a una criatura de meses y criarla y quererla, te transformás en el padre aunque el padre biológico sea otro, con el bandoneón es igual: acá se le dio el acento, la forma, la técnica y creció en paralelo con el tango, fue simultáneo, tango y bandoneón fueron de la mano", asegura.